Paul ya no es el mismo de antes...siente que sus neurotransmisores realizan sinapsis cada vez mas lento y que la situación se complica cada vez más por seguirle el ritmo a ella. Las primera semanas era un deleite consumir las mismas sustancias; prozac, anfetaminas, marihuana y hasta un par de veces jarabe para la tos...ahora piensa que detesta que en su mente suene Perfect day de Lou Reed regularmente como si fuese algún tipo de extra sacado de Trainspotting.

Ella se mantiene perfecta a pesar de todo lo que mete en su cuerpo, Paul cuando la ve a su lado en las mañanas piensa que durmió con una cantante de la chanson francesa, con ese espeso delineador de ojos negro aun presente en sus ojos y sus murmullos matutinos mientras le roza las piernas con sus diminutos pies talla 35. Eso si, Paul detesta su habilidad para poder dormir mas haya de las 12 del día y despertar apaciguadamente como si no hubiese tomado un coctel digno de admiración de una veterana ama de casa, mientras que Paul al convertir el jolgorio de ella en su rutina ya empieza a notar tempranamente el envejecimiento en su rostro…empieza a cerciorarse del endurecimiento de su frente debido a todas las veces que la miro a ella y a muchas mas anteriormente con el ceño fruncido en señal de desapruebo a su forma de ser y en la manera en la que le decían te quiero de una manera fingida y superficial, también noto que sus ojos se opacaban debido a todas las veces en las cuales veía como ellas se alejaban definitivamente de su rutina siguiendo su política auto impuesta de borrón y cuenta nueva y que las arrugas casi invisibles que tenia ya no eran un simple esbozo en su rostro si no que se dibujaban paulatinamente mientras seguía fumando diariamente esos cigarrillos que, sacando las cuentas, ya había consumido por mas de la mitad de su vida.

“¿Qué hubiese hecho Alicia en un caso como este?”- Se dijo a si mismo recordando aquel libro tabú sobre la joven drogadicta de 15 años que recién pudo leer (y con esto llenar su prematuro morbo) en sexto básico luego de transar durante meses con la bibliotecaria de su colegio. Inmediatamente después de realizarse esa pregunta, Paul se dio cuenta de que ella había despertado y lo observaba parado frente al espejo del baño en su ropa interior.

“¿Me traes por favor un vasito de agua?, la resaca me esta matando” le dijo con su voz de princesa en desgracia y Paul llevándoselo 2 minutos después, vio que ella ya se erguía parada con una polera blanca abierta y sobre las partes que esta dejaba descubierta de su blanca piel caía naturalmente su ondulado pelo castaño claro. “Aquí tienes”, le paso el vaso y mientras ella lo bebía lentamente, Paul solo pudo pensar en que hermosa se veía con el reflejo de la luz sobre su espalda semi-descubierta.